martes, 20 de marzo de 2012

HOJA DEBIDA




Niña “consentida” de mami, porque el papi sólo sirvió para donarle uno de sus espermatozoides ganadores, todo un “champion”.
Tan consentida que estudió en la mejor guardería del barrio, claro está, la mejor para la mamá porque era la única.  La hermosa niña estudió toda su primaria y bachillerato en el mismo colegio, de monjas, porque los valores inculcados por aquella institución, convertía a las niñas en personas educadas, de buenos modales, castas y putas, digo, puras, por supuesto de la puerta del colegio para adentro.
Esta niña malcriada, pero a punta de chancla y correa creció en un ambiente familiar, su adolescencia no fue para nada envidiable, jugando chucha cogida americana conoció lo que sería sus amores de infancia. Su primer beso con el niño que besó a todas las niñas de la unidad, claro, el chayanne baygon de barrio. Así fue creciendo y conociendo lo que serían sus desgracias amorosas, pobre a los 13 años y ya “conocía el amor”, como dicen por ahí “¿Barnie fue el que te hizo sufrir?”, aún dudo si fue uno de ellos.
 Todo era maravilloso, bello, y lleno de experiencia hasta que terminé el colegio. Ay! Se terminó la época de rumba, de conocer amores imposibles o los desagradables posibles, llegaría a un mundo que ya conocía, tan experta ella y tan saturada de vivencias. Oh! Mundo mágico universitario, ¿acabarías con mis penas llamadas citación de padres y uniformes minifaldudos?, ¿conocería por fin el tan esperado y sufrido por todos “amor de mi vida”?. Pobre universitaria, se tenía que chocar con el mundo, tenía que salir de esa burbuja maternal, tenía que saber que la vida no era como la de las novelas mexicanas, malditas novelas dañaron mi vida y espero que la de muchas más.
Así pues, esta “cachetona” como desgraciadamente le puso todo el mundo empezando por su familia,  le tocó darse cuenta, poco a poco, que su denigrante mundo lleno de princesas no era así y que sin darse cuenta, comenzó a construirse y llenarse de pequeños momentos que han abierto su mente y que la han llevado a pensar diferente.

Hoja debida, llena de vida. 

Lina María Gallego Ramírez

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