Camino
por aquel sector, me detengo un momento y me llevo la pequeña sorpresa, que no tenía
conocimiento alguno de que este sitio existía en la U. Con el solo hecho de
realizar un breve paneo y observarlo detalladamente, encuentro que a sus
alrededores corre una brisa deliciosa que acompaña a los grandes árboles
frondosos. Tranquilo y voces a distancia son cosas que puedes apreciar, ideales
para dejar volar un poco la imaginación por largas horas. Sigues, y sigues en
el breve rastreo natural y el sonido de los pajaritos y uno que otra abeja, por
su particular sonido, por el lugar. Hojas caídas, piedritas de distintos
colores y uno que otro elemento orgánico que hacen parte de nuestro ecosistema.
Miro hacia atrás, dos, cuatro, seis metros son los que me separan de aquella
malla oxidada, y son los mismos que me acercan a aquel campus de tierra en
donde dos rivales y un solo anfitrión son los partícipes del recreo.
Farid Cáceres
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