¿Boulevard
de Comidas?
Escribir
sobre un lugar de mi universidad que no conozca y detallar lo que allí se
encuentra, no es una tarea fácil y mucho menos agradable. Primero, porque creo
saber que la conozco en su totalidad, y segundo, no es nada atractivo hacerlo un
viernes a las 4 de la tarde, mientras bien podría estar refrescándome por
cuenta de una fría cerveza.
En
vista de que no hubo clase y todo porque no contábamos con el aula para
recibirla, Josué nos asignó esta labor con el fin de hacer un correcto
ejercicio al escribir. Con la intención de seguir sus indicaciones, me dirijo al
bloque once pensando qué lugar de la universidad podría servirme para realizar
la actividad. Fue entonces que mientras caminaba, miro detrás del arco sur de
la cancha y se me ocurre que el Bloque de Ingenierías era el lugar indicado
para salirle al paso a tan tediosa tarea. Acto seguido camino hasta allá y a
continuación describo lo que allí me encuentro.
Después
de caminar por el sendero lateral a la cancha, llego a un corredor en donde a
la mitad hay unas escaleras que bajan. Éstas, construidas en concreto y sin
embaldosar, despiertan mi curiosidad porque llevan a la base del bloque de
donde suben varias personas. Tomo la decisión de bajar y me siento en una de
las mesas ubicada justo en frente de una fotocopiadora que tiene como nombre:
bloque 4. La mesa es de color cromado, altura media y redonda. Como ella, hay
aproximadamente unas 80 a lo largo del lugar, todas y cada una acompañadas por
4 sillas y con el escudo grabado del Alma Mater. Observo a mí alrededor y hay
poca gente. Solo dos chicas en una mesa frente a mí, y al fondo sobre mi
derecha, dos grupos de hombres y mujeres que observan sus laptops mientras
conversan.
El lugar
es bastante amplio, organizado y limpio. Justo al frente de donde estoy, veo
varios locales comerciales de comidas rápidas todos con el mismo diseño en su
arquitectura. Los letreros que se ubican sobre cada uno de ellos, son de diferentes
colores. Entre ellos priman el amarillo, el negro y el rojo, que siguiendo la
lógica de la psicología del color, en realidad logran el cometido de causar
hambre. Por lo menos conmigo lo lograron.
La
arquitectura del sitio es contemporánea. Las columnas que sostienen el
edificio, están enchapabas con un baldosín negro carrara, que hace juego con el
piso que es de un color gris claro, y el techo, que a mi parecer es lo más
especial del lugar, tiene a lo largo varias ondulaciones separadas por la misma
distancia, dando la sensación y la forma de las olas del mar. Por su parte la
iluminación, corre por cuenta de unos ojos de buey con luz blanca. Éstos, que
son casi unos 20 en los que puedo contar y que extrañamente se encuentran todos
en buen estado, están ubicados estratégicamente para que alumbren todas las
mesas del lugar. Y lo digo porque desde esta esquina, escribo sin ningún
problema todo lo que tengo a la vista.
Pasadas
las 5 de la tarde y aún sorprendido por encontrarme un lugar como este dentro
de mi campus universitario, observo una vez más todo lo que aquí he descrito.
Las tiendas, las mesas, el diseño y la organización del lugar, hacen que se
convierta en una posibilidad más para las necesidades de toda la comunidad
universitaria. Y para quienes todavía no conozcan este sitio y busquen un lugar
diferente con varias posibilidades dentro de la Universidad, les extiendo la
invitación al Boulevard de Comidas, que nada tiene que envidiarle a una zona de
comidas de un centro comercial en la ciudad.
Andrés Cañola G
Estudiante de Comunicación y Relaciones
Corporativas
Buen texto y complejo en detalle
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