lunes, 20 de febrero de 2012


¿Boulevard de Comidas?

Escribir sobre un lugar de mi universidad que no conozca y detallar lo que allí se encuentra, no es una tarea fácil y mucho menos agradable. Primero, porque creo saber que la conozco en su totalidad, y segundo, no es nada atractivo hacerlo un viernes a las 4 de la tarde, mientras bien podría estar refrescándome por cuenta de una fría cerveza.
En vista de que no hubo clase y todo porque no contábamos con el aula para recibirla, Josué nos asignó esta labor con el fin de hacer un correcto ejercicio al escribir. Con la intención de seguir sus indicaciones, me dirijo al bloque once pensando qué lugar de la universidad podría servirme para realizar la actividad. Fue entonces que mientras caminaba, miro detrás del arco sur de la cancha y se me ocurre que el Bloque de Ingenierías era el lugar indicado para salirle al paso a tan tediosa tarea. Acto seguido camino hasta allá y a continuación describo lo que allí me encuentro.
Después de caminar por el sendero lateral a la cancha, llego a un corredor en donde a la mitad hay unas escaleras que bajan. Éstas, construidas en concreto y sin embaldosar, despiertan mi curiosidad porque llevan a la base del bloque de donde suben varias personas. Tomo la decisión de bajar y me siento en una de las mesas ubicada justo en frente de una fotocopiadora que tiene como nombre: bloque 4. La mesa es de color cromado, altura media y redonda. Como ella, hay aproximadamente unas 80 a lo largo del lugar, todas y cada una acompañadas por 4 sillas y con el escudo grabado del Alma Mater. Observo a mí alrededor y hay poca gente. Solo dos chicas en una mesa frente a mí, y al fondo sobre mi derecha, dos grupos de hombres y mujeres que observan sus laptops mientras conversan.
El lugar es bastante amplio, organizado y limpio. Justo al frente de donde estoy, veo varios locales comerciales de comidas rápidas todos con el mismo diseño en su arquitectura. Los letreros que se ubican sobre cada uno de ellos, son de diferentes colores. Entre ellos priman el amarillo, el negro y el rojo, que siguiendo la lógica de la psicología del color, en realidad logran el cometido de causar hambre. Por lo menos conmigo lo lograron.
La arquitectura del sitio es contemporánea. Las columnas que sostienen el edificio, están enchapabas con un baldosín negro carrara, que hace juego con el piso que es de un color gris claro, y el techo, que a mi parecer es lo más especial del lugar, tiene a lo largo varias ondulaciones separadas por la misma distancia, dando la sensación y la forma de las olas del mar. Por su parte la iluminación, corre por cuenta de unos ojos de buey con luz blanca. Éstos, que son casi unos 20 en los que puedo contar y que extrañamente se encuentran todos en buen estado, están ubicados estratégicamente para que alumbren todas las mesas del lugar. Y lo digo porque desde esta esquina, escribo sin ningún problema todo lo que tengo a la vista.
Pasadas las 5 de la tarde y aún sorprendido por encontrarme un lugar como este dentro de mi campus universitario, observo una vez más todo lo que aquí he descrito. Las tiendas, las mesas, el diseño y la organización del lugar, hacen que se convierta en una posibilidad más para las necesidades de toda la comunidad universitaria. Y para quienes todavía no conozcan este sitio y busquen un lugar diferente con varias posibilidades dentro de la Universidad, les extiendo la invitación al Boulevard de Comidas, que nada tiene que envidiarle a una zona de comidas de un centro comercial en la ciudad.

Andrés Cañola G
Estudiante de Comunicación y Relaciones Corporativas

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