sábado, 11 de febrero de 2012

Para usted Señor


Medellín, Febrero 2012.

Asunto: Catarsis escrita ya que no la puedo gritar.


Sr Pepito Uribe Consisto
Director  de la guerra Antioqueña.

Una transeúnte cualquiera de un pueblo Antioqueño afectado por sus ganas de poder, se dirige a usted con la intención de reprocharle u/o restregarle todo el daño que nos hizo por mas de una década y que aún sus secuelas están intactas y todavía lloramos a los que el gobierno los tiene en el infinito olvido (sus innumerables victimas). Si señor usted con toda esa cantidad de hombres; unos muy conscientes de lo que hacían, otros solo envueltos por su verbo inteligente y perspicaz que engañaban a aquellos campesinos que usted obligaba por medio de amenazas o de matanzas  a  dejar sus tierras que habían sudado por años quizás tierras que iban de generación en generación.

Quizás a  usted le importe poco lo que la gente siente cuando escucha su nombre, la mayoría de personas solo pueden cerrar sus ojos y tragarse el amargo recuerdo que usted ha dejado en sus vidas,  la verdad yo no se como son capaz de tolerarlo sabiendo todo el daño que ha causado. No lo puedo negar;  me duele y me carcome el hecho de que usted siga campante en su vida política y enriqueciéndose a costa de los demás,  hay mucha gente que se  torna indiferente en cuanto la mayoría de  hechos, pero no se si agradecer o maldecir la sensibilidad que hay en mi, me conmueve enormemente escuchar en el diario vivir mas de un relato que al imaginarlas parasen las peores  historias de terror.  Es  grande el dolor cuando uno ve a  una madre, esposa, hija que le han quitado a su ser querido sin una justa causa (nunca habrá una justa causa para quitarle la vida a otra persona), relatar como si hubiese sido ayer los hechos es una especialidad de ellos, nunca olvidaran lo que llevaban puesto, las ultimas miradas, las palabras que decían cuando eran atacados son imágenes que no se podrán dejar de lado y muchas personas tratan de calmarlos y hacerlos quedar callados sin saber que ellos necesitan hablar y por supuesto ser escuchados.


Carmen Julieth Quintero Hoyos



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