viernes, 17 de febrero de 2012

La verdad no es tarde pero una llamada me ha despertado, un bar, un concepto, una mujer que inspira y aspiro, no hace falta decir que he aceptado, me he arrojado al armario y me he vestido para noche, he agarrado la loción con más aroma y menos líquido…
Es un bar del que he oído hablar y jamás he ido, menos mal no debo llegar, me recogerán con la promesa de una sorpresa, una vez en el auto la conversación fue pobre pero la sensación de bienestar precisa algo de música para entrar en calor y algo de alcohol violando las normas como es costumbre he indebido.
La verdad el lugar no tenia muy buena pinta por afuera y unos “mañosos” veían mi reloj con algo de intriga, ¿creerían que es original?, creí que la sorpresa seria el lugar, pero cada día refuerzo mis ideas de aquel eterno dicho, juzgar un libro por su portada, el bar, adentro es otro mundo con cuadros de artistas famosos en un corredor, con escaleras a un segundo piso que a la vez estaba adornado con un curioso estilo vintage,  este pasadizo de escaleras crujientes ,seguramente por la edad, fue un trayecto emocionante para ver cantidad de mis cantantes favoritos, he ídolos de mi ya tardía adolescencia, es obvio que este es un lugar  interesante me digo y al llegar a la puerta siento ese aroma a ligero tabaco, café espeso  y licor abundante, el lugar tiene aun su vintage muy marcado mezclado con unos muebles muy modernos de colores oscuros y personas con prendas multicolor.
El bar tenía un óvalo en el centro con dos preciosas mujeres y un hombre que manejaba la máquina y la música mi “amiga” con quien casi no había cruzado palabras me dice –¿cierto que te he impresionado con la variedad de sabores sonoros que logro transmitir?. Una noche más donde los desconocidos se hacen amigos y los amigos se hacen novios, esas noches de escape y desenfreno donde pueden mostrar sus facetas y sus verdaderas personalidades, ya que la calle es de todos y a la vez de nadie. Suena la canción del hoy que es bailada por todos, la que nos pone a gritar y bailar con locura para luego ser olvidada y cumplir su ciclo y dar paso a otra nueva como la noche de hoy, olvidar y escapar por algunas horas mientras la realidad nos recoge al amanecer y así planear la próxima noche como un ciclo indefinido. Las dos mujeres focales, hombres hambrientos saboreando sus movimientos suaves y delicados  pero hay que ver más allá, mujeres inteligentes que esperan a que un hombre de buen vestir y de cartera amplia que les patrocine la noche, tiburones en cuerpos de bailarinas. Un hombre se acerca y ellas indiferentes, táctica de “mujer fatal”, la seducción lo atrapó en la corriente y cae redondo al abismo. Mujeres que bailan a su alrededor cada vez violando su proxémica, lentamente su estado mental y sus ánimos se van excitando, adrenalina que lo puede llevar a un rumbo sin camino, me distraje por unos segundos el choque de luces, ritmos coloros que agitan a las personas, luces que cambian el entorno, tonos fríos que te ponen a bailar rápido, tonos cálidos que te ponen a bailar lento y por supuesto el strober, nos hace visualizar lo que está sucediendo en imágenes rápidas en forma de fotografías que plasman momentos para postergarlos en el tiempo, regrese mi mirada a la pareja de mujeres y a mi sorpresa ya no estaban, ni tampoco el hombre aunque no quedé sorprendido ya que al salir pude ver que todo se basaba en relaciones anónimas.
Por: Juan Esteban Londoño Preciado

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