Descripciones
Teniendo que describir un
lugar de mi alma mater, me propuse a buscar uno que no hubiera visto nunca, que
se viera privado y confidencial, donde hubiera un letrero de solo personal
autorizado. En su búsqueda me atrapó un sonido extraño, ruidoso y fastidioso,
que no había escuchado antes o no me había detenido a escuchar. Me acerque a la
puerta y sentí el olor a una especia de barsol o un dilusor muy fuerte, que junto
con el sonido me dieron ganas de retroceder. Un tanque lleno de trapos y
montañas de papel aguardaban la entrada, al fondo dos maquinas con rodillos
enormes, llenos de granujas, manubrios y palancas, que se veían muy difíciles de
manejar hasta para un mortal, el sonido era intermitente, cuando no era ruidoso
se escuchaba al fondo música americana de los años 80’ que provenía de un
pequeño radio con la antena hasta el techo detrás de las grandes maquinas,
grandes monstros come papel que escupían tinta. Me acerque a otra máquina en
una esquina que desde la puerta no se puede apreciar bien y me pareció más
bonita y futurista, pregunte por sus funciones y de inmediato me transportó a
la edad media cuando los reyes decapitaban a sus siervos, el papel es en este
caso los siervos que deben ir a su destino. De este lugar solo se podía apreciar
las mesas y las maquinas, no era un lugar muy alegre pero llevaban siempre un
ritmo musical aunque ruidoso entre sus quehaceres.
Por: Melissa Ramirez Restrepo
Siempre existe una razón para encontrar lo estético en lo poco agradable
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