Viernes las cinco y media de la tarde, fresco el día, Mateo sentado junto con su
compañero afuera del establecimiento, mientras se charlaba y se contemplaba el
panorama adornado de esculturas caminantes, obviamente no podía faltar la
Pilsen, que de por si estaba bien helada, apenas para calmar la sed. Un lugar muy acogedor que dan ganas de
relajarse, no muy grande pero si digno para pasar un rato agradable y
despojarse de toda una semana de estudio, con buena música y como todo viernes
con una vista perfectamente para deleitar el ojo, acompañado de unas buenas
politas. Relajados en el borde aledaño al establecimiento y saludando a cuanto
conocido pasara cerca, fue cayendo la noche y había perdido la cuenta de cuantas
mujeres ya habían pasado por la pasarela.
Una bendita llovizna se aproxima, Mateo y su compañero decidimos entrar a sentarnos en aquella esquina justo
cerca a Polaco, el bartender que era un conocido de Joaquín el compañero, que
por lo que le cuenta a Mateo es que nunca se ha mandado por lo menos una
gaseosa de lo temperamental y lo duro para cobrar que es. Buena música y el
ambiente pinta bien, cada vez más frente a nosotros una mesa que con el solo
hecho de chequear un poco había mucho talento, cuerpo escultural, cara
angelical, y unos ojos que a larga distancia deslumbraban. Pasada la media hora
de haberse sentado en aquella noche, Mateo recibe una llamada, se levanta y contesta
afuera, en ese mismo instante entra una mujer que lo deja perplejo, contesta su
llamada rápidamente y vuelve a entrar, va le cuenta a Joaquín que por lo distraído
que esta con la mona que se encontraba diagonal a él, dudo que le haya prestado atención.
Lleva unos diez minutos sentada
en esa mesa. Sola, de a ratos consultaba la hora en el reloj de que llevaba
puesto. Es muy bonita, joven, de unos 22 años, delgada, de
estatura normal, de cuerpo armonioso, aunque nada exuberante. Un tipo de
belleza delicada, podría decirse. Aunque tal vez ignore que nada sería lo mismo
en ella sin esa espléndida sonrisa que se esboza en su rostro espontáneamente,
ahora mismo, mientras habla vaya a saber con quién a través de su celular. Sus
ojos verdes claros, se encienden con una chispa diferente entonces, mientras
mueve levemente su cabeza, acomodando de lado su largo cabello negro claro con un delicado toque de su mano
izquierda.
Mateo no dejaba de mirarla ni por
un instante, aunque estaba tan concentrada en el celular que ni cuenta se ha
dado de que la observaban. Se hacen las 9:30 de la noche, ya aún pese a la poca gente que hay en el bar
a esta hora, cuando cae la noche y está llegando el momento obligado del regreso a casa. Dudo que llamase su atención
de alguna manera. Corta, apaga el celular para guardarlo en su cartera, que
cuelga en el respaldo de la silla. Vuelve a servir redd´s en su vaso, para
beberlo mientras dirige su mirada hacia el amplio ventanal. Tal vez ahora mismo
toda su atención se halle atrapada por algún insignificante detalle, de esos
que dejan a uno en silencio.
Mateo aún sigue viéndola al tanto
de quién es el afortunado al que, evidentemente, espera. Mientras Joaquín con
algunos tragos encima bailaba con aquella mona curvilínea que hace 15 minutos
andaba acechando. La de Pelo negro a la que tiene hipnotizado a Mateo, se
muestra sorprendida, volvió a sacar el celular y creo que está leyendo un
mensaje de texto. Adivino por su reacción que algo no le ha caído bien. Baja la
cabeza, afligida, llevando su mano derecha hacia la frente en un claro gesto de
resignación. Afuera, el viento sopla algo más fuerte que lo habitual,
anunciando agua nuevamente. De inmediato, las primeras gotas comienzan a caer
copiosamente sobre el pavimento. Mateo como siempre está preparado trajo el
paraguas.
Resignado Mateo hace una seña
para que Pipe el ayudante le venga a cobrar lo que consumió. Se despide de Joaquín
que quedo más entretenido. Se levanta, toma su morral, voltea para dirigirse a
la puerta da una mirada a su izquierda pero se lleva la sorpresa que se ha ido,
por su cabeza pasa: debió salir no hace mucho. Habré su sombrilla, camina una
cuadra más abajo y en la esquina, cerca de un parque la ve, la misma peli negra,
de bolso dolce gabbana blanco que
llevaba, estaba mojándose. Inmediatamente Mateo se acerca y sin decir ninguna
palabra dirige su paraguas hacia ella. Gracias le dice: mi padre tenía que pasar
a buscarme con el auto, pero se demoró en el trabajo. En eso se aproxima un
taxi. Mateo le ofrece tomarlo, aclarándole que puede esperar el próximo. Y la Peli negra
amablemente le dice: no, lo compartimos, y sonríe. Mateo abre la puerta del
taxi y le permite el acceso a la nena sonríe, sube y le pregunta: Como es tu
nombre.
Farid Cáceres.
interesante historia, debería ser un poco mas compleja y distinta
ResponderEliminarLas Tildes CÓMO ES TU NOMBRE y no COMO ES TU NOMBRE
ResponderEliminar