domingo, 19 de febrero de 2012

Como es tu Nombre


Viernes las cinco y media de la tarde, fresco el día, Mateo sentado  junto con su compañero afuera del establecimiento, mientras se charlaba y se contemplaba el panorama adornado de esculturas caminantes, obviamente no podía faltar la Pilsen, que de por si estaba bien helada, apenas para calmar la sed.  Un lugar muy acogedor que dan ganas de relajarse, no muy grande pero si digno para pasar un rato agradable y despojarse de toda una semana de estudio, con buena música y como todo viernes con una vista perfectamente para deleitar el ojo, acompañado de unas buenas politas. Relajados en el borde aledaño al establecimiento y saludando a cuanto conocido pasara cerca, fue cayendo la noche y había perdido la cuenta de cuantas mujeres ya habían pasado por la pasarela.

Una bendita llovizna se aproxima, Mateo y su compañero decidimos entrar a sentarnos en aquella esquina justo cerca a Polaco, el bartender que era un conocido de Joaquín el compañero, que por lo que le cuenta a Mateo es que nunca se ha mandado por lo menos una gaseosa de lo temperamental y lo duro para cobrar que es. Buena música y el ambiente pinta bien, cada vez más frente a nosotros una mesa que con el solo hecho de chequear un poco había mucho talento, cuerpo escultural, cara angelical, y unos ojos que a larga distancia deslumbraban. Pasada la media hora de haberse sentado en aquella noche, Mateo recibe una llamada, se levanta y contesta afuera, en ese mismo instante entra una mujer que lo deja perplejo, contesta su llamada rápidamente y vuelve a entrar, va le cuenta a Joaquín que por lo distraído que esta con la mona que se encontraba diagonal a él, dudo que le haya prestado atención.  

Lleva unos diez minutos sentada en esa mesa. Sola, de a ratos consultaba la hora en el reloj de que llevaba puesto. Es muy bonita, joven, de unos 22 años, delgada, de estatura normal, de cuerpo armonioso, aunque nada exuberante. Un tipo de belleza delicada, podría decirse. Aunque tal vez ignore que nada sería lo mismo en ella sin esa espléndida sonrisa que se esboza en su rostro espontáneamente, ahora mismo, mientras habla vaya a saber con quién a través de su celular. Sus ojos verdes claros, se encienden con una chispa diferente entonces, mientras mueve levemente su cabeza, acomodando de lado su largo cabello negro  claro con un delicado toque de su mano izquierda.

Mateo no dejaba de mirarla ni por un instante, aunque estaba tan concentrada en el celular que ni cuenta se ha dado de que la observaban. Se hacen las 9:30 de la noche,  ya aún pese a la poca gente que hay en el bar a esta hora, cuando cae la noche y está llegando el momento obligado del  regreso a casa. Dudo que llamase su atención de alguna manera. Corta, apaga el celular para guardarlo en su cartera, que cuelga en el respaldo de la silla. Vuelve a servir redd´s en su vaso, para beberlo mientras dirige su mirada hacia el amplio ventanal. Tal vez ahora mismo toda su atención se halle atrapada por algún insignificante detalle, de esos que dejan a uno en silencio.

Mateo aún sigue viéndola al tanto de quién es el afortunado al que, evidentemente, espera. Mientras Joaquín con algunos tragos encima bailaba con aquella mona curvilínea que hace 15 minutos andaba acechando. La de Pelo negro a la que tiene hipnotizado a Mateo, se muestra sorprendida, volvió a sacar el celular y creo que está leyendo un mensaje de texto. Adivino por su reacción que algo no le ha caído bien. Baja la cabeza, afligida, llevando su mano derecha hacia la frente en un claro gesto de resignación. Afuera, el viento sopla algo más fuerte que lo habitual, anunciando agua nuevamente. De inmediato, las primeras gotas comienzan a caer copiosamente sobre el pavimento. Mateo como siempre está preparado trajo el paraguas.

Resignado Mateo hace una seña para que Pipe el ayudante le venga a cobrar lo que consumió. Se despide de Joaquín que quedo más entretenido. Se levanta, toma su morral, voltea para dirigirse a la puerta da una mirada a su izquierda pero se lleva la sorpresa que se ha ido, por su cabeza pasa: debió salir no hace mucho. Habré su sombrilla, camina una cuadra más abajo y en la esquina, cerca de un parque la ve, la misma peli negra, de bolso dolce gabbana  blanco que llevaba, estaba mojándose. Inmediatamente Mateo se acerca y sin decir ninguna palabra dirige su paraguas hacia ella. Gracias le dice: mi padre tenía que pasar a buscarme con el auto, pero se demoró en el trabajo. En eso se aproxima un taxi. Mateo le ofrece tomarlo, aclarándole que puede  esperar el próximo. Y la Peli negra amablemente le dice: no, lo compartimos, y sonríe. Mateo abre la puerta del taxi y le permite el acceso a la nena sonríe, sube y le pregunta: Como es tu nombre. 

Farid Cáceres.

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