sábado, 19 de mayo de 2012

Czardas, una mirada.

Por: Juan Sebastián Delgado Gil.
Era la primera cerveza de la noche, pensé que iba a ser la única. Entrar, tomarla para no parecer extraño, hacer el trabajo, salir. Demorarme, no era la intención. 9:45 pm, la casa llena, solo quedaba una pequeña mesa en un rincón, ahí me senté. Escogí el lugar por cercanía con el hogar, aunque me gusta. Era viernes, un día pesado, no quería nada. Era una obligación. Empecé a observar que pasaba a mi alrededor, como 20 mesas, no se, mas, menos. Un mesero, el mismo que veo desde la primera vez que vine. Tiempos distintos. Un grupo amenizaba la noche, tal vez eran pareja, no se si novios, esposos, amantes. Se gustaban eso sí, se notaba en su canto. Buena música, lo mejor de la noche. Llegó la Club, fría como me gusta. Apenas para ese día. Comencé a mirar, es curioso lo que uno ve cuando mira. Casi todos en pareja, pocos solos, como yo. Tal vez, su soledad era distinta a la mía. La mía era una obligación, la de muchos de ellos, era una consecuencia. Así estaba el hombre de la camisa negra, cuando yo llegué al bar ya iba como por la tercera o cuarta cerveza, sobre su mesa había unas cuantas botellas vacías aún sin recoger, por eso supuse que estaba acompañado, al pasar el tiempo lo confirmé, estaba acompañado, pero de la soledad. En su cara se notaba tristeza, una pérdida, tal vez, amorosa, personal, no se, de pronto ambas. Tal vez ninguna. Lo único que pude confirmar, es que había sido un mal día, lo escuché decirle al mesero. Solo una mesa nos separaba. La mesa de una pareja, contraria al hombre, totalmente feliz, o por lo menos ese día. Unos treinta y pico ella, unos casi cuarenta el. A esa edad supuse que eran esposos, no es muy común ver "jóvenes" en este bar, tal vez yo era el más de la noche. Aunque es un agradable lugar, no es el de aquellos cuyo gusto se encuentra en el roce de dos cuerpos transmitiéndose sudor, donde no se habla, se toma, se baila, se conquista. Es una bella esquina de la tres tres. Cálida, independiente del clima. Velas, luz opaca, buena música así no esté el dúo que toca en este momento.
11:00 pm. Ya iba por mi cuarta cerveza, la música mas el ambiente me habían cautivado, mucho era lo que había observado. El hombre de negro se acababa de marchar, 7 u 8 cervezas lo acompañaban, la pareja del frente se había ido a terminar su velada, supuse. Iban muy felices, se hacían caras. Esas morisquetas que uno solo se hace cuando quiere sexo. Ya el bar no estaba lleno como cuando llegué, quedaban pocos, la noche se iba acabando. Para mi igual. Pagué, lo justo. Marché.

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