Esta película es el claro reflejo de
ese punto extremo que el maldito, pero delicioso orgullo nos puede llevar. Los
humanos nos dejamos llevar por la perfección, por el deseo de mostrarnos más
fuertes, más poderosos, de creernos como seres indestructibles y con la
autoridad de pasar por encima de cualquier persona y a cualquier precio.
Tenemos que caer, darnos cuenta que este mundo es compartido, hay que tener
tolerancia, humildad y respeto hacia los otros individuos que al igual de
nosotros pueden tener las mismas oportunidades, claro, si se empieza por los
gobiernos y las élites de este mundo.
Los finales no son siempre color de
rosa como nos muestran las películas, pero si nos esforzamos y aprendemos a
trabajar y buscar el bien común, podríamos vivir mucho mejor, con menos pobreza
y donde
las diferencias de clases sociales disminuiría mucho más.
Lina Gallego.
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