Las obras del museo y en general
del maestro Fernando Botero ya se han convertido en una leyenda viva de la
Ciudad de Medellín, cada obra es famosa y la gente las relaciona algunos con
mitos y otros con supersticiones, pero es tal el arraigo de sus obras que las
personas las interiorizan como obras propias, como lo más legítimo que se puede
mostrar de la cultura en Medellín. Sus obras de volumen exagerado no
interfieren en la simetría que las hace perfectas y pensadas desde el inicio
hasta el final, manejar volúmenes dan densos y lograr su simetría sólo lo hace alguien
que posea a cabalidad grandes dotes artísticos y es donde hay entra la
discusión, puesto que no ha todo el mundo le gustan las obras de Fernando
Botero, las recriminan en algunos casos por ser “gordas”, pero la gente
desconoce y critican con la poca memoria que si saben aplicar, la de menospreciar
el trabajo de otros sin justificaciones y no se dan cuenta que la paleta de
colores, sus dibujos simétricos mediante una técnica que usa círculos en el momento de hacer sus
obras es lo que le ha dado a Colombia un nombre en el reconocimiento artístico
mundial, personas que saben del tema desearían tener lo conocimientos y la
técnica de Fernando Botero, Limpia, original y con un concepto de proporciones
única en su estilo. Cada obra independiente que uno vea narra una situación, un
momento, en un contexto y en un escenario, es como ver una película fija de la
cual se pueden desglosar varias historias, es la experiencia que cada uno puede
interpretar al ver sus obras.
Hecho por: Juan Esteban Londoño
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